viernes, 26 de marzo de 2010

27 DE MARZO DIA INTERNACIONAL DEL TEATRO


MANIFIESTO

(LATENTE)

DEL TEATRO FRONTERIZO 1977

I

      Hay territorios en la vida que no gozan del privilegio

      de la centralidad.

      Zonas extremas, distantes, limítrofes con lo Otro, casi

      extranjeras.

      Aún, pero apenas propias.

      Áreas de identidad incierta, enrarecidas por cualquier

      vecindad.

      La atracción de lo ajeno, de lo distinto, es allí intensa.

      Lo contamina todo esta llamada.

      Débiles pertenencias, fidelidad escasa, vagos arraigos

      nómadas.

      Tierra de nadie y de todos.

      Lugar de encuentros permanentes, de fricciones que

      electrizan el aire.

      Combates, cópulas: fértiles impurezas.

      Traiciones y pactos. Promiscuidad.

      Vida de alta tensión.

      Desde las zonas fronterizas no se perciben las

      fronteras.

            II

      Hay –lo ha habido siempre- un teatro fronterizo.

      Íntimamente ceñido al fluir de la historia, la Historia,

      sin embargo, lo ha ignorado a menudo, quizá por su

      adhesión insobornable al presente, por su vivir de

      espaldas a la posteridad. También por producirse fuera

      de los tinglados inequívocos, de los recintos

      consagrados, de lo compartimentos netamente serviles

      a sus rótulos, de las designaciones firmemente

      definidas por el consenso colectivo o privativo.

      Teatro ignorante a veces de su nombre, desdeñoso

      incluso de nombre alguno. Quehacer humano que se

      muestra en las parcelas más ambiguas del arte; de las

      artes y de los oficios. Y en las fronteras mismas del

      arte y de la vida.

      Oficio multiforme, riesgo inútil, juego comprometido

      con el hombre.

      Es un teatro que provoca inesperadas conjunciones o

      delata la estupidez de viejos cismas, pero también

      destruye los conjuntos armónicos, desarticula

      venerables síntesis y hace, de una tan sola de sus

      partes, el recurso total de sus maquinaciones. De ahí

      que con frecuencia resulte irreconocible, ente híbrido,

      monstruo fugaz e inofensivo, producto residual que

      fluye tenazmente por cauces laterales. Aunque a veces

      acceda a servir una Causa, aunque provisionalmente

      asuma los colores de una u otra bandera, su vocación

      profunda no es la Idea o la Nación, sino el espacio

      relativo en que nacen las preguntas, la zona indefinida

      que nadie reivindica como propia. Una de sus metas

      más precisas –cuando se las plantea- sería suscitar la

      emergencia de pequeñas patrias nómadas, de efímeros

      países habitables donde la acción y el pensamiento

      hubieran de inventarse cada día.

      Pero no es, en modo alguno, un teatro ajeno a las

      luchas presentes. Las hace suyas todas, y varias del

      pasado, y algunas del futuro. Sólo que, en las

      fronteras, la estrategia y las armas tienen que ser

      distintas.


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